La industria heladera continúa su transformación, impulsada por un consumidor más informado y exigente.
Las tendencias para 2026 giran en torno a la funcionalidad, la sostenibilidad y la personalización de la experiencia.
Los heladeros que abracen estas tendencias no solo capturarán nuevos nichos, sino que también fortalecerán la lealtad de sus clientes.
La mayor tendencia para 2026 es la consolidación del helado como un alimento que aporta beneficios a la salud, más allá de ser un postre.
La demanda por helados con alto contenido de proteínas (usando fuentes como el suero concentrado de leche, conocido como “Whey” en el mercado de los complementos tradicionales, o, de forma innovadora, colágeno) seguirá creciendo.
Este nicho ya no es exclusivo de deportistas. Ahora atrae a adultos mayores y a quienes buscan alternativas más saciantes. La tecnología de bases como Gelato Zero RFC permite incorporar proteínas sin sacrificar la textura.
Los helados sin azúcar agregado y con bajo índice glucémico se afianzarán como la norma, no como la excepción.
Los clientes buscan activamente evitar los picos de glucosa, valorando opciones que utilizan tecnología avanzada para mantener la cremosidad sin depender de la sacarosa.
Se verán más helados que incorporan ingredientes con beneficios específicos, como fibra dietética para la salud digestiva, o vitaminas y minerales.
La conciencia ambiental y las restricciones dietéticas continúan impulsando el mercado de helados vegetales.
Más allá de la leche de almendra y coco, 2026 verá la popularización de bases innovadoras como la leche de avena, por su cremosidad.
Los heladeros buscarán bases neutras y tecnológicas, como Núcleo Gelato Zero VEG RFA, que permitan crear helados plant-based con cuerpo y textura similares a la crema tradicional.
Los consumidores exigirán etiquetas más limpias y transparentes, con menos aditivos artificiales y más ingredientes de origen local y ético.
La elección de proveedores que garanticen prácticas sostenibles se convertirá en un factor clave de compra.
El helado será un vehículo para la exploración de sabores complejos y texturas novedosas.
Se consolidarán las combinaciones de sabores inesperados, fusionando lo salado con lo dulce (ej. queso de cabra e higos, caramelo salado con notas picantes) y explorando la gastronomía global, con sabores asiáticos, latinoamericanos y del Medio Oriente.
La experiencia en boca se enriquecerá con el contraste entre la cremosidad del helado y elementos crujientes, chiclosos o aireados.
Esto incluye el uso de toppings innovadores que mantengan su integridad en frío.
La tendencia de crear helados únicos a pedido del cliente se intensificará, ofreciendo no solo toppings sino también bases, niveles de dulzor y aditivos funcionales específicos para una experiencia totalmente a medida.
Para los Maestros Heladeros, la clave para capitalizar estas tendencias sin disparar los costos es la eficiencia:
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